lunes, 1 de enero de 2018

(n_n)

Historia imaginaria de un personaje imaginario con problemas existencialistas reales. ✌


Había realizado las ilustraciones en computadora en un comienzo. Hubo un error con el archivo y el avance se perdió. "Todo de nuevo y a mano será, alejate de la computadora", me dije. Definitivamente, una hoja y un lapicero bastan para fluir y ser más surrealista.








VÍA LACTEA

Una historia surrealista sobre los excesos del uso de la tecnología.







domingo, 6 de agosto de 2017

EL HOMBRE PISTOLA

Esto lo escribí en el 2014. Hace poco lo encontré en los archivos viejos y lo modifiqué un poco. Ahí va esto: 



Aun cuando Frank estaba a un metro de distancia no le atinaba ningún disparo al vaso. El alcohol le hacía tambalearse. Tuvo que acercarse al vaso para poder atinarle un balazo, ocasionando que un vidrio se incrustara en su mano.
-Ah!
-Frank, eso no es justo, pendejo.
Pablo se acercó a su compañero, quien reía exageradamente, y le arranchó el arma. Cogió una botella entre el basural, la colocó sobre una columna de cemento a medio construir y retrocedió varios pasos. Un balazo directo y se expandió en mil pedazos punzocortantes. La adrenalina de disparar un arma lo entusiasmó.
-Y sin ver, marica. 
-No me dijiste que eras bueno.
-No lo había intentado antes.
Pablo se tapó los ojos con una mano; sin embargo, podía ver tras las separaciones de los dedos. Estaba en el mismo estado etílico que Frank, por lo que tropezó al retroceder. Se levantó murmurando algo ininteligible y trató de apuntar. Frank cogía la botella y se lamía el dedo herido.
-No la vayas a cagar… Rápido que ya quiero que sea mi turno.
Pablo disparó y cayó de espaldas por el retroceso; el impacto de la bala le produjo sordera por unos segundos.
-¿Me viste, Frank? ¿Me viste?





Ya reincorporado, avanzó hacia Frank que estaba acostado sobre las bolsas de basura, con una bala que atravesaba su cráneo, para ser más preciso, su ojo. Pablo pateó el cuerpo y murmuró una lisura. Se sentó cerca del muerto y lo contempló. Sacudió la cabeza, se levantó, dio unos pasos para irse, pero dudó. Buscó entre las ropas del cadáver y solo encontró una botella de ron y un par de billetes arrugados. Al beber de la botella escupió todo el líquido, empezó a rascarse la lengua con las manos.
Un niño apareció, se acercó a Pablo dando saltos sobre los costales y dijo despreocupadamente, “Buen tiro”.
-Quise darle a la botella- dijo Pablo dando un escupitajo que espantó a una rata que se acercaba al cuerpo del cadáver.
-Ya sé, no soy idiota, pero eso fue impresionante, como las películas.
El niño se acercó al cuerpo y cogió la botella que estaba en el suelo. Pablo exclamó, “Se ha orinado dentro”. El niño miró al borracho con desconfianza, olió el interior del envase y lo lanzó al suelo con una mueca de asco.
-¿Qué haces acá? Este no es un lugar para que juegue un niño –mencionó Pablo.
-No he venido a jugar. Soy de la calle, busco algo que comer -respondió el niño, luego de una pausa dijo-: ¿Qué haces tú acá?
-¿Por qué no te largas? –le dijo al niño, al ver que no se iba le preguntó- ¿Tienes un cigarro por allí?
-No.  


Se quedaron en silencio un rato. A Pablo le sorprendió la tranquilidad del niño que se comía las uñas. “En tus pies hay un cigarro”, dijo el infante apuntando con el dedo. El borracho miró abajo y vio un cigarro cubierto de polvo a medio acabar. Lo encendió con un fósforo y tosió al calar. El niño seguía comiéndose las uñas.
-¿Hace cuanto que no comes? –preguntó Pablo.
-Anteayer.
-¿Hay por aquí un mercado?
-No, estamos rodeados de puros almacenes y fábricas.
-¿Entonces?
-¿Entonces qué?
-Yo también tengo hambre.
-Estamos demasiado lejos de todo. No pareces de aquí. ¿Cómo has llegaste aquí?
-Una larga historia que empieza con la pérdida de mi empleo de mierda.
-Eh… Por allá hacen apuestas- mencionó el niño apuntando con el dedo al horizonte, después de estar pensando que decir.
-No tengo mucho dinero… ¿Apuestas de qué?
-No sé, pero dicen que hacen apuestas. Creo que en esos lugares hay putas.
Pablo le dijo que podía coger el abrigo de Frank. El niño se vistió con la prenda que le quedaba como una bata. Sacó un celular del muerto y empezó a hurgar en las aplicaciones. Ambos salieron a caminar, el niño lo seguía con el celular en las manos. Dieron la vuelta a un gran almacén de color gris, alrededor habían bolsas de basura que eran despanzurradas por perros callejeros.
-¿Por qué me sigues? No te da miedo que te haga algo.
-No -respondió el niño y después de un momento prosiguió- ¿No eres un pervertido, cierto?
-¿Eh? ¿Qué te hace pensar eso?
-No sé.
-Solo busco putas, es lo único necesitas saber de mí. No soy peligroso. Por cierto, ¿Cuál es tu nombre?
-Ángel.    
-Qué irónico –dijo entre dientes.

Pablo avanzó y siguió al niño, le incomodó que no le preguntara su nombre. Siguieron avanzando hasta llegar a una casa hecha de cartones y tablas de madera. El niño le dijo que allí era el lugar.
-Este lugar es una mierda –rebuznó Pablo.
-Mira a tu alrededor, acá todo es una mierda –dijo el niño.
Dentro había sujetos tomando alcohol y fumando. Pablo con el niño se acercaron al dueño del lugar, era tan obeso como un cerdo, solo vestía un jean sucio y roto.
-Dame una cerveza –dijo Pablo y después miró al niño y le preguntó-: ¿Quieres algo mocoso?
-Comida.
-Si gano algo te doy un billete, pero con la condición de que ya no me sigas.
El niño asintió. Se sentaron sobre unas bancas de plástico, Pablo empezó a beber la cerveza. De repente un disparo sonó, lo que hizo que derramara el alcohol en sus pantalones.
-Mierda qué pasó.
-Están jugando a la ruleta rusa.
-No pienso jugar a eso, vámonos.
Alguien empezó a gritar, la bala había atravesado sus mejillas. Se cogía la cara ensangrentada y repetía “mierda” una y otra vez. Pablo y el niño se levantaron y avanzaron hacia la salida.
-Oye, tú, por qué te vas tan rápido –dijo un tipo robusto, con un parche en el ojo, llevaba un revólver en la mano, vestía un gran saco marrón y un sombrero de paja. Al ver que Pablo seguía avanzando disparó, la bala rozó en la oreja-. Es solo una advertencia. Ven, quiero jugar.
Pablo se acercó con temor. El niño lo siguió y le dijo que no iba a pasar nada. El dueño del lugar le dijo al tuerto que no haga problemas y éste le hizo una seña para que se callara. Los demás guardaron silencio.
-¿Cuánto dinero tienes?
-Solo esto –mencionó Pablo mostrando un billete y unas monedas. Los demás sujetos se rieron.
-Es suficiente –dijo el tuerto que arranchó el dinero y lo puso sobre la mesa manchada de alcohol y cenizas.  
 El herido seguía quejándose, gritó “váyanse a la mierda con su puto juego” y salió el lugar.
-¿Quieres ver algo impresionante? –dijo el tuerto a Pablo, quien no le respondió.




Alzó el arma y disparó a los muros de cartón, a unos cuantos metros de la puerta de salida. Al instante sonó como si hubiera caído un costal.  
-Está muerto –dijo soplando el cañón del arma-. ¿Sabes? Me llaman El Hombre Pistola, soy el mejor pistolero que pudo parir esta tierra llena de corruptos y de inútiles consumistas con almas de hippies –esperó unos segundos para que le respondiera y luego prosiguió- ¿Y tu nombre es?
-…Pablo.
-Veo que no eres muy hablador, Pablo. Vamos, cuéntame un poco sobre ti.
-No sé cómo llegué aquí, solo quería sexo.   
-¿Una puta, no? No hay ninguna aquí, todas se van a la ciudad.
-Eso es una pena.
-Mi hermana es puta. ¿Qué opinas al respecto?
-No sé. Supongo que todo trabajo es digno.
-Folla a imbéciles como tú pero con más dinero, eso no es nada digno. Gana bien, tiene una casa cerca de la playa y tiene un esposo que es marica.
-Entonces supongo que está bien, el dinero siempre es bueno.  
-Te gustaría follarla.
-No sé.   
-¿Por qué? Crees que es tan fea como yo.
-En ese caso no tendría mucho dinero.
Se produjo un silencio, El Hombre Pistola sonrió.
-Oye, campeón, ¿no tienes nada que decir?
-Tengo hambre. Hace poco rato el señor le dio un balazo en el ojo a su amigo sin ver –respondió el niño que tomaba un vaso de cerveza.
-No me digas y le dejó el ojo así –dijo El Hombre Pistola que se quitó el parche, el agujero parecía tan hondo como una caverna, el niño se quedó impresionado al verlo-. Te gusta, ¿no?
-Se ve genial.
-Sí, eso dicen los niños, pero es una mierda tener un solo ojo, puede que algún día lo entiendas. A algunas chicas también les encanta los tuertos, se ponen como locas, creen que son misteriosos y toda esa mierda. ¿Cuéntame Pablo qué sintió matar a tu amigo de un balazo en el ojo?
-Apenas lo conocía. Ni siquiera lo intenté.
-Oh, ya veo… Niño, ¿Quieres ver un espectáculo? Qué te parece un duelo, a lo mejor él me saca el otro ojo. ¿Qué dices?
-Me parece bien.



Todos se empezaron a reír. Pablo murmuró “maldito hijo de puta”.
-¿Oyeron? Le parece bien al niño –todos rieron a carcajadas. Pablo estaba callado, mirando la salida-. Me caes bien. Oye, idiota prepárale un bistec al niño, yo pago.
Al rato, todos salieron del lugar. Pablo y El Hombre Pistola estaban frente a frente. El niño ya seguía comiendo el bistec con sus manos.
-Niño has la cuenta –dijo El Hombre Pistola mientras cargaba su arma.
-No sé contar.
-Joder, debes tener como ocho años, solo tienes que decir “Uno, Dos, Tres”.
Pablo temblaba, miraba a los costados, tenía el arma en la mano. Se dirigió a un anciano que bebía una botella de ron y la arranchó, empezó a beberla toda de golpe.
-¿Qué se supone haces? –preguntó El Hombre Pistola.
Pablo se había terminado la botella y sacudió la cabeza. El niño empezó a contar con lentitud. Sonaron dos balazos. El niño estaba tan impresionado que dejó caer la carne, los perros empezaron a pelearse por ella. El hombre pistola le había dejado sin los dos ojos a Pablo, los disparos fueron tan rápidos que parecieron haber sido realizados al mismo tiempo. El niño se acercó al muerto y cogió su brazo, estaba pesado. Lo dejó caer.
-Está muerto –gritó el niño, los demás ya se habían ido, no había nada más que ver. Sacó el celular y le tomó una foto.   
El niño se dirigió a los perros, les dio unas patadas y les quitó la carne envuelta en tierra y baba, se la llevó a la boca y siguió a El Hombre Pistola que se iba contando el dinero ganado en las apuestas.
 








jueves, 18 de mayo de 2017

Stars: This is about porn*



Esta es una serie en la que estoy trabajando cada cierto tiempo y que ha cambiado de concepto y técnicas durante el trayecto de su creación que empezó a finales del 2013 (cuando no existía Mr Tronch) y está basada en la pornografía y la caricaturización del sexo con una mirada lúdica, donde los tonos pasteles  predominan (especialmente el rosa como en los tumbnails de las web pornográficas). Las técnicas digitales (collage, ilustración, glitch y fotomanipulación) son usadas en las fotos y GIF de escenas explícitas con actrices porno para dejar la sexualidad a segundo plano y mostrar un escenario surrealista que deje al espectador volar su imaginación (a veces no tanto).

Glitch Porn 2017


Glitch Porn (2017)

Glitch Porn (2017)


Sin título (2016)


Espeleología

Mariposas

Venus

Secuencia 1
Secuencia 2
Sin título (Stoya)


Sin título


Sin título

Animación









miércoles, 1 de marzo de 2017

EL VIEJO Y EL HOMBRE LOBO

Desde mi infancia me han fascinado los seres mitológicos, escuchaba a mi abuelo contar relatos de noche que me provocaban temor y me hacían tener pesadillas. Los hombres lobos eran mis favoritos. Por ello escribía historias encerrado en mi cuarto hasta mi vejez, dejando de lado todo contacto social, viviendo del dinero de las empresas de mi difunto padre. Hace pocos días la idea de que uno de esos seres en verdad existía, rondaba por mi cabeza. Aquel día, mientras escribía de madrugada, escuché unos ruidos que provenían de la cocina. Pensé que era un perro o un gato, por lo que fui armado solo con mi bastón. Resultó ser una bestia que no pude ver con claridad que al notar mi presencia huyó por la ventana. Sus babas y sus pelos quedaron en el suelo; se había tragado un pollo entero dejando solo huesos partidos.

Pudo haber sido un chupacabras, un hombre lobo, un sasquash, un troll; o bien, solo un perro muy grande o un loco muy hambriento. Cuando salí de mi casa, en el cielo se podía observar la luna brillante despejada de nubes. Era un hombre lobo, pensé. 

Desde ese momento, esperaba con ansias la luna. Instalé cámaras de vigilancia y sensores de movimiento en mi hogar, compré un revólver y balas de plata al igual que una jaula del mismo material. Debía atrapar a la criatura, sería un gran descubrimiento para la ciencia.
Cuando llegó el día, compré las carnes más deliciosas, inclusive las sasoné y cociné. Puse un ventilador para propagar el aroma. En el anochecer me escondí detrás de la puerta de la cocina mirando por la cerradura. Sin embargo, no vino, como las siguientes lunas llenas. Conforme los años transcurrían, el asunto del hombre lobo ya era lejano, una anécdota contaba en noches de copas que era ignorada, una mera casualidad.

Hasta que un día llegó para atormentarme, para revivir ese malestar. Hubiese preferido morir que verlo. Las ideas volvieron, atraparla, viva o muerta. Engullía un pollo congelado en la cocina. Bajé con el revólver en mano y le disparé, pero fue inútil; escapó por la ventana. Ese día no pude dormir, me parecía escuchar sus aullidos hasta el amanecer. Todo era una burla prolongada, una patada en mis antiquísimas octogenarias bolas.

A la bestia nada podía matarla, ni las balas de plata o la carne envenenada. Ni siquiera las patadas que le daba a la mandíbula hasta desencajarla; volvía como si nada en la subsiguiente batalla.

Una noche de luna llena, cuando estaba en la cocina con mi nueva arma, una M16, la bestia apareció parada en dos patas. Ni bien nos vimos, empezó la batalla. Disparé una ráfaga de disparos gastando toda munición; ni un tiro le pude acertar al muy cabrón. El monstruo me tenía en el piso samaqueando mi brazo con su hocico. No importaba cuantas patadas y puñetes le daba, no me soltaba. Saqué un revólver que tenía a la altura de mi pierna. Estaba tan cerca que no podía fallar el disparo. Le di un certero disparo al desgraciado entre los ojos. Dio un aullido salió corriendo dejando un rastro de sangre. Traté de seguirlo. Me desmayé al momento.

Desperté en un hospital frente a una gran cantidad de doctores. El trasladado a un asilo era inevitable. Los pocos familiares que tenía querían quedarse con lo mío. Les dije que fui atacado por un hombre lobo y me arrancó el brazo. Ellos dijeron que hubo un oso que rondaba cerca de la zona y que él me había atacado. Cuanto más insistía era peor la situación, sus intereses vencieron a mi poca credibilidad frente a las autoridades.

Por momentos creí que realmente estaba loco y que solo se trataba de un animal.
***

El tiempo en el asilo pasaba muy lento, solo esperaba mi muerte. En las noches de luna llena deseaba que el hombre lobo apareciera para que todos viesen que tenía la razón, no importaba si alguien moría. Me preguntaba si me había convertido en uno, después de todo me había mordido; decidí que no saldría del lugar y que jamás vería la luna por el bien de los demás.

***
Calixto había llegado hace poco, no más de un mes, tenía las cejas pobladas, una hendidura en la frente y una postura jorobada. Juraba que era el hombre lobo y que el motivo de su llegada era la venganza. Por medio de preguntas a terceros, supe que rondaba por los setenta años, que disfrutaba dar de comer a las palomas y que fue contador. Pasaron varias noches de luna llena en las que él salía a dar un paseo, pero no daba signos de ser el hombre lobo. Medio año después se suicidó, apareció colgado en la cocina, se había ahorcado con una soga de hacer ejercicios. Dejó una nota de suicidio en la cual pedía disculpa a sus hijos por heredarles deudas. Quedé decepcionado, el hombre lobo no podía ser un mequetrefe de esa clase.
Luego de días de reflexión, me había dado cuenta que solo le quería dar un sentido a mi vida. Estaba viejo y algo loco. Seguramente, si el hombre lobo hubiese existido se habría olvidado de mí para siempre. 

***

En los 5 años de mi estancia en el edificio no había dado un paso al exterior, tanto así que mi piel que estaba blanca como la leche. Decidí dar un paseo.
Cuando salí pude ver que la ciudad había cambiado a agigantados pasos. La cantidad apabullante de gente hizo que me extraviara, pero eso no tenía importancia. Quería explorar el mundo antes de mi partida. Pantallas gigantes, gente ensimismada en sus aparatos electrónicos, jóvenes vestidos de forma extravagante, algunos con pelos de colores, establecimientos llenos de ruido, molestia para respirar por el humo de los carros, etc.
Regresar al asilo era una opción que no quería tomar en cuenta, me acerqué a unos mendigos cerca de un callejón. Empezaron a hacerme preguntas de todo tipo y cuando les confesé que tenía un poco menos de 90 años. Me dijeron que era la persona más vieja que había conocido.
Ellos se alimentaban de las frutas que tiraban los supermercados y huesos y pellejos de comida chatarra. Al final del día, en un callejón lleno de animales callejeros, me improvisaron una cama con ropa sucia y cajas de cartón de electrodomésticos.
A la semana, me acomodé a la vida de los mendigos, ya podía disfrutar de esas frutas y verduras casi podridas y de chupar los huesos de pollo frito, como también contarles historias fantásticas sobre cíclopes y pegasos.
Cuando llegó la primera noche de luna llena, pensé que ya era el momento de vencer mi miedo, de aceptar lo que fuera a pasar. Me atreví a mirar al satélite. Era yo y solamente yo, un anciano disfrutando de sus últimos años de vida. Pasó un minuto y todo normal, encendí un cigarro para calmar los nervios. Antes de que le diera una calada, sentí espasmos en el pecho. ¿Un paro cardiaco? No, definitivamente, no. Mi mandíbula que se alargaba, mis uñas se convirtieron en garras, mis dientes se afilaron, el pelo me crecía por todas partes y la vista se me nublaba… Garras. Mordidas. Sangre. Gritos. Llanto. Policías. Disparos. Cámaras. Fotos. Más sangre. Carne. Muerte… Todos corrían por sus vidas para evitar ser parte de la masacre humana y de la propagación de mi maldición del hombre lobo.  





sábado, 21 de enero de 2017

Antes de Nacer

-Seguir aquí ya no tiene caso. Ya lo tenemos todo aquí. Sabemos que va a pasar antes de que ocurra. El infinito no está hecho para mí.

-¿En serio piensas nacer? Sabes que no puedes controlar nada allí. Además todo es al azar, no estás seguro si vas a reencarnar en un humano. Podrías terminar siendo una hormiga y reencarnar infinitamente en cualquier ser insignificante. Es un mundo injusto.

-Ya tengo un recipiente listo, solo tengo que reemplazar su alma. Quiero un poco de incertidumbre en mi existencia.

-No podrás salir de esa realidad y te borraran la memoria. Tendrías que llegar a un nivel de espiritualidad superior para volver.

-En verdad, no sé si trataré de volver. Ya lo decidí, voy a sacar esa alma antes de que dé a luz. Adiós a la cómoda eternidad.

-Bueno, como quieras. Nadie vendrá por ti. Este lugar es el paraíso y lo estás dejando atrás por ir al purgatorio. No sé qué tratas de demostrar.




El ser de energía vagó por el espacio y entró a un agujero negro. Fue succionado tan rápido que se suprimió en la oscuridad eterna. El cuerpo del recién nacido empezó a moverse bruscamente por el alma usurpadora. Lo había logrado, pero no había llegado a la luz. Ahogo, fue lo primero que experimentó. Se estaba ahorcando con su cordón umbilical y mientras más luchaba por zafarse era peor. Ese acercamiento a la muerte produjo que recuperara su consciencia. “¿Qué clase de lugar es este? ¿Me habré equivocado y llegué al infierno por accidente?”, se preguntó. Seguía en la oscuridad y sentía como la vida se apagaba de a pocos. Era como estar en el estómago de un lobo.

Se cortó el espacio, un tajo de luz apareció en lo alto. Unas manos gigantes entraron y sacaron el cuerpo cubierto de sangre y placenta. Le dieron unas palmadas en las nalgas al bebé y empezó a llorar. “Así que esto es la vida”, pensó y todo rastro de su consciencia se esfumó para ser una nueva.


jueves, 19 de enero de 2017

CHIP

Todo empezaría para lograr un orden total implantando un chip en la muñeca que tendría información de toda clase del usuario. Luego, como veían que los ladrones cortaban los brazos y se los trasplantaban, lo colocaron en las nucas. Sin embargo, se las ingeniaron para extirparlas e insertarlas en sus cuerpos. Después ellos adquirirían los ojos, se operarían las cuerdas vocales, se harían cirugías en la cara y el cuerpo para imitar a la víctima. Consecuentemente, la población se negaría a utilizar los chips y exigir su eliminación, y los gobiernos aceptarían las peticiones, pero sería demasiado tarde: los presidentes y líderes mundiales habrían sido sustituidos, pero nadie lo notaría porque eran igual de corruptos.


Perú naranja

Por dios y por la plata